(La información es de Ex-Ante)
Qué observar. El peso chileno ha enfrentado una presión cambiaria significativa este año, con especulaciones sobre si cruzará la barrera de los $1.000 por dólar. Sin embargo, para Gemines Consultores, liderado por los economistas Alejandro Fernández y Tomás Izquierdo, “más allá de las fluctuaciones y volatilidad natural en activos financieros como son las monedas, el peso no solo podría superar la barrera de los $1.000 como algo transitorio, sino que podría tender a quedarse allí y, por efecto de la inflación, seguir subiendo en términos nominales”.
- Más preocupante aún, sostiene, es que el impacto de la inflación podría impulsar una escalada nominal sostenida del tipo de cambio, lo que exige cautela en la política monetaria del Banco Central.
No es transitorio. Gemines advierte que la debilidad del peso chileno no responde solo a la dinámica del mercado local, sino a factores globales y estructurales. La elección de Donald Trump en Estados Unidos, junto con políticas proteccionistas y el riesgo de un menor crecimiento en China, ha intensificado la presión sobre monedas emergentes.
- A nivel local, el informe señala que “el tipo de cambio real calculado por el Banco Central se encuentra, en octubre, en un 15% por sobre la mediana del decenio 2010-2019”. Este diferencial refleja un cambio estructural vinculado a la incertidumbre política, el clima anti-inversión y el estancamiento económico.
- Aunque Chile logró un superávit comercial récord de US$21.356 millones en los últimos doce meses, esto no ha sido suficiente para estabilizar la moneda. “Este significativo superávit ayuda poco a contener la debilidad del peso y, en realidad, no tendría por qué influir si lo que define el nivel del tipo de cambio, entre otras cosas, es el flujo total de la oferta y demanda de moneda extranjera”, dice.
- También contribuyen al fortalecimiento del dólar la baja inversión, el estancamiento del consumo y un mercado laboral golpeado han contribuido al deterioro de las expectativas económicas.
- En este contexto, el alza por sobre los $1.000 para el dólar en Chile podría dejar de ser un hecho simbólico para convertirse en un nuevo punto de equilibrio. “Si el país se mantiene en los próximos cinco o diez años sin cambios relevantes, esta brecha cambiaria con toda probabilidad se mantendría y podría incrementarse algo más”, dice.
- Esto implica que la economía chilena podría estar entrando en una nueva etapa, marcada por un tipo de cambio estructuralmente más alto y mayores desafíos para el control inflacionario.
La encrucijada del Banco Central. Una de las recomendaciones clave de Fernández e Izquierdo es que el Banco Central debería reconsiderar su política de recortes en la Tasa de Política Monetaria (TPM), actualmente en 5,25%
- En un contexto de inflación persistente y un peso debilitado, Gemines recomienda que “lo responsable es detener su proceso de recortes en la TPM, esperando a que se decante algo más el escenario externo”. Continuar bajando la tasa podría exacerbar la devaluación y desatar un espiral inflacionario, lo que sería aún más costoso para la economía.
- La institución liderada por Rosanna Costa enfrenta un complejo dilema, que describe como un “zapato chino”: “Si quiere evitar que dicha corrección [del tipo de cambio] desate un espiral de devaluación e inflación, tiene que ser muy cauteloso tanto en su discurso como, principalmente, en sus medidas de política monetaria”.
- Además, advierte que, en este nuevo contexto global, “la tasa neutral podría ser más alta hacia delante también para nosotros”, reflejando un ajuste necesario para estabilizar las expectativas de mercado.
Economía estancada. Para Gemines, la economía chilena se encuentra en un estancamiento evidente, con un IMACEC que muestra una variación nula en doce meses y una caída mensual del 0,8% en septiembre, lo que ha llevado a ajustar las expectativas de crecimiento anual a poco más del 2%, lejos del 3% proyectado al inicio del año.
- Las razones detrás de este desempeño incluyen un consumo debilitado por la precarización del mercado laboral, un acceso al crédito restringido y malas expectativas económicas de los hogares.
- A esto se suma la baja inversión en sectores clave como el inmobiliario y la construcción, lo que agrava el impacto en el empleo y en industrias relacionadas.
- Según el informe de Gemines, solo un cambio en las expectativas políticas que despeje los factores que limitan la inversión podría romper este círculo vicioso y generar un ciclo de recuperación sostenido.